REFLEXIONES

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REFLEXIONES SOBRE LOS EJERCICIOS DE UN CURSO DE MILAGROS

Proemio
Algunas cosas empiezan como jugando, éste es el caso. En una ocasión, una estudiante de mi grupo comentó en voz alta, que echaba de menos escritos míos en nuestro grupo de whatsapp. Allí se colocaban infinidad de cosas, algunas elaboradas por los mismos estudiantes, otras compartidas de diferentes maestros, pero yo apenas participaba sino con los anuncios institucionales.
Pensé en efecto, que era hora de escribir algo personal en la línea de estudio que se practicaba en el grupo. Y comencé aplicando la lección del día a anécdotas personales o sucedidos de la actualidad compartida. Poco a poco aquellos escritos fueron evolucionando hacia reflexiones personales que la lectura de la lección del día me iba suscitando, hasta finalizar tal y como ahora se presenta.

 

Según avanzaba el trabajo, fue pareciéndose más un resumen al que incorporaba las frases que más me conmovían, tratando de resaltar la línea principal de aprendizaje de cada día. Me dejaba llevar únicamente por mi criterio y los sentimientos que me provocaban, pues siempre supe que eran para mí. Debía ser así. En un momento determinado, ni recuerdo cuando, hasta comencé a cambiar los propios textos originales a la primera persona, para recrear más vívidamente el dialogo personal que durante todos los días entablaba con el Espíritu o Jesús. Jamás me propuse escribir con otra intencionalidad didáctica que mi propio estudio, lo escribía para mí, para mí aprendizaje, para mi propio beneficio, para mi despertar. Contiene por tanto y únicamente, los sentimientos que me causaba la lectura.

 

Y así surgió ese diálogo que a veces se aprecia muy claramente entre mi persona, el estudiante sorprendido por las afirmaciones rompedoras y contundentes de los textos y la respuesta del Espíritu o de Jesús a mis propias expresiones. A veces, la mayor parte de ellas, la contestación está en algunos párrafos más abajo, apenas continúo la lectura.

 

En este movimiento que establecí como jugando, pude comprobar una vez más, el grado de conexión que tiene este libro con el estudiante que se aplica en él. Para todas las dudas que la lectura me suscitaba, encontraba su respuesta en el mismo texto. No tenía que ir a buscarlas a ninguna otra parte, aparecían a continuación o un par de líneas más adelante. Sólo los que estamos en su estudio y conocemos este material, sabemos a ciencia cierta que no ha sido posible que lo escribiera una mente humana.

 

Este origen “sobrenatural” puede parecernos pretencioso y errado, pues negamos cualquier cosa que no podamos pesar, medir o contar, y junto a las expectativas de gloria que nos proporciona esta lectura, sintamos miedo, y tendamos a negar la misma esperanza que violenta nuestro precario equilibrio. Pero en eso está nuestra salvación, en dudar de lo que creemos, de nuestras bases, para que podamos comenzar, cada uno a su velocidad, a reconocer esa otra naturaleza olvidada en la que todo es santo y es lo mismo.

 

Saqué mucho provecho haciendo este trabajo, pues para resumir el contenido de las lecciones debía aprendérmelo completamente y comprender íntegro su significado. No podía pasar por alto ningún pasaje sin entenderlo. Me propuse que nada me pasara inadvertido, ningún matiz, giro, tono ni las conexiones a veces sutiles con las lecciones pasadas. Todo despertaba mi interés y a todo estaba conectado. Así hacía mi estudio, nunca profundice tanto. Me empapaba de su rico mensaje, lo interiorizaba siguiendo sus palabras, usándolas de guía, todas eran palabras escuchadas en mi mente o leídas. Después, tenía mi momento de meditación, la práctica que la propia lección indicaba durante el tiempo marcado y finalmente, cuando ya había concluido mis deberes escribía.

 

La escritura era entonces la recolección del fruto del estudio y la práctica, emocionada, cada día diferente, distinta siempre, preñada de sabiduría, de razón, de paz y de esperanza. Siempre honesta, sintiendo Su ánimo, Su reconocimiento, la caricia y el abrazo del Espíritu presente, al que te acostumbras a sentir sin forma. El empuje y la presencia cabal del Maestro en cada instante, Su compañía. Cada mañana comulgaba con el texto que me ofrecía el día, por eso siempre lo hice desde la emoción, despegado muchas veces del suelo, desconectado de la realidad confusa de la que unos minutos antes había partido.

 

Durante el tiempo que duró su redacción, era mi primer trabajo cada mañana. Nunca antes había tenido esa disciplina, convertida para esta ocasión en un placer, no hubiera podido sostenerla de otro modo. Nunca había mantenido el estudio con tanta eficacia, nunca me lo había tomado tan en serio. Era algo que me debía a mí mismo, y fui feliz haciéndolo.

 

Resumir las lecciones fue un trabajo imposible, porque nada allí es superfluo. Pasaba grandes apuros cuando debía dejar fuera algunas cosas que me parecían interesantes. Hay lecciones de media cara y otras de más de cinco completas. Debía sintetizar todas a la misma o parecida dimensión. Me había fijado la meta de no superar un determinado número de líneas, para que no se hiciera demasiado onerosa su lectura. Pensaba en un formato accesible, fácil de repasar en cualquier momento del día, de tenerlo a mano. Un recordatorio breve y eficaz. Lo importante era mantener y hacer fácil la conexión espiritual que propone el libro de ejercicios durante todo el día, hora a hora.

 

Recuerdo mis comienzos de estudiante cuando andaba con unas etiquetas que contenían únicamente el título de la lección. Las transportaba en mi cartera y colocaba, bien el salpicadero de mi coche si viajaba, o colgadas de la lámpara de mi mesa de trabajo. Todo por sostener la atención, ahora, con nuestro celular es todo más fácil, puedes repasar un pequeño escrito sin esfuerzo. Por eso quise mantener una dimensión tasada, pensando que alguien pudiera usarlo de la misma manera que yo usaba aquellas etiquetas, como recordatorio de la lección, esta vez, con algo más de información.

 

Manejar de este modo un material tan sagrado para mí como es el Curso, me producía muchas resistencias. Se trataba de resumir y verter conclusiones mías, junto a párrafos copiados literalmente de sus páginas. Yo mismo me asustaba. Fue un ejercicio de confianza el que tuve que hacer en Mi guía y de docilidad para permitirme ser guiado en mi propio beneficio por Él. Por eso empecé tímidamente, compartiéndolo como habíamos pactado en los grupos que se habían formado a mi alrededor y sólo después de su buena aceptación, empecé colocándolo en las redes sociales con el mismo éxito.

 

Manejar de este modo un material tan sagrado para mí como es el Curso, me producía muchas resistencias. Se trataba de resumir y verter conclusiones mías, junto a párrafos copiados literalmente de sus páginas. Yo mismo me asustaba. Fue un ejercicio de confianza el que tuve que hacer en Mi guía y de docilidad para permitirme ser guiado en mi propio beneficio por Él. Por eso empecé tímidamente, compartiéndolo como habíamos pactado en los grupos que se habían formado a mi alrededor y sólo después de su buena aceptación, empecé colocándolo en las redes sociales con el mismo éxito.

 

Al comienzo pensé que algún día fallaría, que asuntos “externas” me impedirían redactar la reflexión. Eran 365 días correlativos y podían surgir muchos impedimentos, pero jamás falté, ningún inconveniente de los que a diario nos asaltan, fue lo suficientemente fuerte como para apartarme de mi labor. Ahora, pasado el tiempo, agradezco mi resolución, porque unida a la fuerza del Espíritu en quien me encomendaba cada día, hizo que se apartara de mí cualquier dificultad. Ni mis frecuentes viajes por España y fuera de ella, fueron inconvenientes para torcer esta voluntad.

 

Dos años tardé en llegar a la redacción final que este trabajo recoge, hasta que tuvo un formato uniforme y ni un solo día faltó el Espíritu a la cita que había hecho conmigo y los que decidieron estudiar junto a mí y de ese modo el Curso. Una vez acabado pensé que estaría bien ver todas las reflexiones juntas. Durante este tiempo algunas personas que las seguían, me pedían números retrasados. Me sorprendió que las estuvieran recopilando. Ese interés manifestando ha ayudado a tomar la decisión de editarlas.
Por supuesto que leer las reflexiones no nos exime de hacer la lección tal y como el propio Curso indica. El propósito fue hacer un resumen conciso y sentido con una extensión menor que el original, para facilitar su lectura entre horas y recordarnos la frecuencia y la duración que cada día tenía marcado, nunca para suplir el estudio del original.
Hace tiempo escuché la afirmación sorprendente de un escritor asegurando que los libros eran para quien los escribía. Parecía desde fuera no ser así, veníamos teniendo a los escritores como entes separados que adoctrinaban la conciencia de los demás desde una cátedra inalcanzable para el resto. Desde que me dedico a escribir, comprendí la razón de quien hablaba, habló en aquella ocasión para mí. Sin duda he sido el máximo beneficiario de este trabajo que hice extensivo a mis estudiantes y los beneficios que sin duda obtuve, fueron también compartidos ¿Quién soy yo para apostar por menos?
Y para los que les guste esta forma de expresión, este libro está escrito desde mi corazón, al corazón del que escucha el mismo canto que yo y le conmueve.

 

Galapagar 14-6-2.107

Información adicional

Autor

José Luis Molina

Año

2018

Encuadernación

Tapa blanda

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