Ofrecer un milagro es un verdadero acto de empoderamiento, pues renuncias, aunque sea momentáneamente a lo que ves: dolor y separación con los que ocultaste tu verdadera naturaleza: el Amor, para pasar en ese instante a recordarlo, liberándote de lo que te ata ¿Y sabes qué? Puedes ofrecerlos, Dios los pensó para ti, te los dio son todos tuyos. Ponte en marcha.