La Palabra de Dios proclama que solo te gobierna Sus Leyes, vela por tu libertad, deroga las que te limitan y condenan a muerte. Hoy mismo puedes aceptarla renunciando a tu mundo, al que crees que te sostiene y con el que te identificas. Estudia el costo que te supone y elige. Su Palabra y su liberación no está en el tiempo, puedes aceptarla hoy.