Te relacionas con lo que no es nada, aunque tenga una gran apariencia de realidad. Vivir en un escenario ficticio no puede sino acabar desequilibrándote, porque tú sí eres Verdad. Te cuesta trabajo reconocer la causa de tu disgusto porque ves las cosas con las que te relacionas, conoces su nombre y por eso crees que son reales, pero vives en el vacío.