“Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación”. -Los resentimientos están siempre vinculados al cuerpo. Al reaccionar a sus estímulos lo estoy confundiendo con el ser que le da vida. De este modo ataco a Dios, pues si Su Hijo es un cuerpo eso debe ser Él también, porque un creador no puede diferenciarse de lo que crea-. “Tu percepción invertida ha sido la ruina de tu paz. Te has visto dentro de un cuerpo y a la verdad fuera, vedada de tu conciencia debido a las limitaciones del cuerpo”. -Sí, mi paz está destrozada, y me consuela-: “La luz de la verdad está ti, donde Dios la puso. El cuerpo es lo que está fuera, y no te concierne. Estar sin cuerpo es tu estado natural. Reconocer la luz de la verdad en ti es reconocerte como eres. Ver que tu Ser es algo separado del cuerpo es poner fin al ataque contra el plan de Dios para la salvación y, en lugar de ello, aceptarlo. Y donde Su plan se acepta, ya se ha consumado”.

En las sesiones largas trataré de tomar consciencia de que el plan de Dios para la salvación ya se ha consumado reemplazando el ataque por la aceptación. Si ataco, no puedo entender cuál es el plan de Dios. Suspenderé los juicios y preguntaré a Dios cuál es Su plan para nosotros: “¿Qué es la salvación, Padre? No lo sé. Dímelo, para que lo pueda entender”. –Los gritos de mi resentimiento no me dejan escuchar Su Voz-  .“Pregunta y se te contestará”.-Y repetiré la pregunta si mi confianza flaquea recordando que me dirijo al infinito Creador. Él te contestará, resuélvete a escuchar-.

Para las cortas, una o dos por hora diré: “Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación. Permíteme aceptarlo en lugar de ata­carlo. ¿Qué es la salvación, Padre?” –Y escucharé-

Joseluis