“Mi hermano impecable es mi guía al a paz. Mi hermano pecador es mi guía al dolor. Y el que elija será el que contemplaré”. Tres frases de nuevo que me marcan un camino. “Mi hermano impecable es mi guía al a paz”. Sí, es fácil de comprender, cuando estoy acompañado por un hermano irreprochable y honesto, no me siento amenazado y puedo sostener mi paz sin dificultad y disfrutar de ella. Una maravilla, una compañía así extrae mejor de mí. “Mi hermano pecador es mi guía al dolor”. Por contra, si me hago acompañar por un alborotador, por un provocador, deberé tener activas mis defensas todo el tiempo y vivir de ese modo es tener la paz hipotecada. “Y el que elija será el que contemplaré”. Continua como queriéndomelo hacer fácil, pero ¿cómo puedo hacer esa elección? ¿Cómo va a estar en mi mano dirigir el carácter de quien me acompaña? Y pone en mi boca la solución: “Elige, pues, por mí, Padre mío, a través de Aquel que habla por Ti”. Ésa debe ser mi oración y mi cometido, delegar la elección en Quien sabe y en Quien puede. Elige por mí que yo estoy ciego. Elige por mí que no quiero perderme, elije por mí, elige por mí, elige por mí.
“¿Quién es mi hermano sino Tu santo Hijo? Mas si veo pecado en él proclamo que soy un pecador, en vez de un Hijo de Dios, y que me encuentro solo y sin amigos en un mundo aterrante. Mas percibirme de esa manera es una decisión que yo mismo he tomado y puedo, por consiguiente, volverme atrás. Puedo asimismo ver a mi hermano exento de pecado, y como Tu santo Hijo. Y si ésta es la alternativa por la que me decido, veo mi impecabilidad, a mi eterno Consolador y Amigo junto a mí, y el camino libre y despejado. Elige, pues, por mí, Padre mío, a través de Aquel que habla por Ti. Pues sólo Él juzga en Tu Nombre”.
joseluis