“No se me pide ningún sacrificio para encontrar la misericordia de Dios”. Casi no puedo ni imaginarme un camino que no me pida sacrificio ni aunque no vaya buscando a Dios. Al esfuerzo, al sacrificio y a la pérdida es a lo que estoy acostumbrado. La idea del sacrificio acompaña cada logro humano y es la forma que le supongo al camino hacia Dios; al ser el premio mayor, el sacrifico debe ser supremo. De ese modo sitúo el objetivo lejos, en el tiempo y reservado sólo a los fuertes, puesto que me pide más de lo que por el momento estoy dispuesto a dar. Y así ando en sufrimiento para escapar de él, ¡menuda paradoja! Y leo: “El final del sufrimiento no puede suponer una pérdida”. -Si sientes que pierdes no vas en la buena dirección, viene a decirme- El regalo de lo que lo es todo tan sólo puede aportar ganancias. -Esto sí me parece cuerdo-

            -Y como si fuera un credo sigo con el texto; Padre-“Tú sólo das. Nunca quitas. Y me creaste para que fuese como Tú, de modo que el sacrificio es algo tan imposible para mí como lo es para Ti. Yo tampoco puedo sino dar. Y así, todas las cosas me son dadas para siempre. Aún soy tal como fui creado. Tu Hijo no puede hacer sacrificios, pues es íntegro, al ser su función completarte a Ti. Soy íntegro por ser Tu Hijo. No puedo perder, pues sólo puedo dar, y así, todo es mío eternamente. -Como recién engrasado me quedo. La cordura me sienta bien. Que no me distraigan mis quehaceres ni me deje caer en la tentación de ver el cielo lejos de mi alcance-.

“La misericordia y la paz de Dios son gratuitas. La salvación no cuesta nada. Es un regalo que se debe dar y recibir libremente. Y esto es lo que vamos a aprender hoy”. -De la mano de Jesús que me habla-.

joseluis