“Hoy no volveré a hacerme daño”. Sí, visto mi estado, eso es lo que acabo haciéndome constantemente con la pretensión de procurarme felicidad. Asumo hoy ese pacto conmigo mismo, pero… ¿cómo llevarlo a cabo? Y escucho: “Acepta hoy que el perdón es tu única función. ¿Por qué atacar a tu mente ofreciéndole imágenes de dolor?” -Me dice que es un ataque contra mí, escuchar y creerme las amenazas que constantemente llegan a mi mente sobre peligros. Si les doy credibilidad, les doy fuerza sobre mí. ¡Y yo que pensaba que la forma de defenderme de ellas era considerarlas y erigir mis defensas, ay! –

            “¿Por qué enseñarle que es impotente, cuando Dios le ofrece Su poder y Su Amor y la invita a servirse de lo que ya es suyo?” -Debo pasar por alto estas ilusiones de peligro, no son ciertas, amenazas infundadas que ocultan mi naturaleza invulnerable- “La mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido reinstaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la Voluntad de Dios unida a la suya pro­pia. El Ser que Dios creó no puede pecar”, -Ahí está mi fuerza- “por lo tanto, no puede sufrir. Elije hoy que Él sea tu Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que el sueño de miedo parece ofrecerte”. -Siempre con la razón. –

Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. Y si creo sufrir, es sólo porque no reconozco la única Identidad que comparto Con­tigo. Hoy quiero retornar a Ella, a fin de librarme para siempre de todos mis errores y salvarme con mis hermanos de lo que creíamos ser”. -Amén-

joseluis