“He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone”.  Y lo repito escuchándome… Sí, lo que tenía que hacer ya está hecho, compruebo en mí con absoluta certeza y alivio. Entonces, debería dejar de preocuparme por todo lo demás. Y lo que acosa mi mente esta mañana se retira cuando me repito: “He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone”. ¿Cuándo tomé esa decisión?… ni recuerdo, pero debió de ser así. Si ya elegí Tu Voluntad, lo que me acosa debe ser producto de una distracción, de una locura. Y suenan campanas de gloria en mi cabeza. “Padre, pensé que me había apartado de Tu Voluntad, que la había desafiado, violado sus leyes y que había interpuesto otra volun­tad más poderosa que la Tuya. En realidad, no soy otra cosa que una extensión de Tu Voluntad que se extiende continuamente. Eso es lo que soy, y jamás ha de cambiar. Así como Tú eres Uno, yo soy uno Contigo”. -Ésas son mis campanas de gloria-

            “Eso fue lo que elegí en mi creación, en la que mi voluntad se hizo eternamente una con la Tuya”. -¡Ah, en mi creación!- “Esa decisión la tomé para siempre. Ni puede cambiarse ni oponerse a sí misma. -Para siempre, que no me distraiga nada de lo que vea- “Padre, mi voluntad es la Tuya. -Y no es una condena, sino una liberación de lo que me agobia- “Estoy a salvo, tranquilo y sereno, y gozo de una dicha intermina­ble porque así lo dispone Tu Voluntad”.-Sigo oyendo mis campanas-

Con Jesús: “Hoy aceptaremos la unión que existe entre nosotros, y entre nosotros y nuestra Fuente. No tenemos otra voluntad que la Suya y todos somos uno porque todos compartimos Su Voluntad. A través de Ella reconocemos que somos uno solo. A través de Ella encontramos por fin el camino que nos conduce a Dios”. -Le sigo, y me pongo de acuerdo-

joseluis