“Elijo estar en segundo lugar para obtener el primero”. Esta frase incompresible en principio, me ha recordado que el origen de la separación fue la renuencia del Hijo a ser el segundo en el orden de la creación y no el primero, lugar que le correspondía al Padre. La única condición que les diferenciaba era que el Padre le creó a Él. Fue rehusar la condición de segundo, lo que impidió al fragmento de la mente del Hijo que sostuvo la idea, gozar de la plenitud de la que sólo el primero disfruta. ¡Qué coherente es todo! Tan solo tengo que aceptar mi lugar para disfrutar de todo como el Primero, pues ésa es Su Voluntad. Y sólo de ese modo desparecerá mi mundo y sus efectos.

“Lo que parece ser el segundo lugar es en realidad el primero, pues percibes todo al revés hasta que decidas escuchar la Voz que habla por Dios. Te parece que sólo puedes alcanzar autonomía si te esfuerzas por estar separado, y que la manera de salvarte es aislarte del resto de la creación de Dios. No obstante, lo único que puedes derivar de ello son enfermedades, sufrimientos, pérdidas y muerte. Esto no es lo que nuestro Padre dispone para nosotros, y no existe otra voluntad que la Suya. Unirnos a Su Voluntad es encontrar la nuestra. Y, puesto que nuestra voluntad es la Suya, es a Él a Quien debemos acudir para reconocer nuestra voluntad”.

“No hay otra voluntad que la Tuya. Y me alegro de que nada que pueda imaginarme contradiga lo que Tú quieres que yo sea. Tu Volun­tad es que yo me encuentre completamente a salvo y eternamente en paz. Y comparto gustosamente Contigo, Padre mío, esa Voluntad que Tú me otorgaste como parte de mí”.

joseluis