“He de ser por siempre un efecto de Dios”. ¡Qué gusto encontrarme con este recordatorio hoy! Cambió en un instante mi estado de ánimo y me quedé atrapado repitiéndomelo como un autómata mientras saboreaba la libertad que contiene y el reconocimiento de mi ser que ando buscando por tantos sitios diferentes y lugares alocados. Todo está aquí contenido, en esa frase que es mi regalo hoy. Me gusta ver el poder de transformación de estas frases mayor en mí cada día. Agradezco tenerlas y la confianza que puse en su estudio hace ya algunos años. “He de ser por siempre un efecto de Dios”. Y me quedo colgado disfrutando mientras siento transformarse mi mente, encontrándose con su única naturaleza.

Y continúo conmovido: Padre, fui creado en Tu Mente, como un Pensamiento santo que nunca abandonó su hogar. He de ser por siempre Tu Efecto, y Tú por siempre y para siempre, mi Causa. Sigo siendo tal como Tú me creaste. Todavía me encuentro allí donde me pusiste. Y todos Tus atributos se encuentran en mí, pues Tu Voluntad fue tener un Hijo tan semejante a su Causa, que Causa y Efecto fuesen indistinguibles. Que tome con­ciencia de que soy un Efecto Tuyo y de que, por consiguiente, poseo el mismo poder de crear que Tú. Y así como es en el Cielo, sea en la tierra. Sigo Tu plan aquí, y sé que al final congregarás a todos Tus Efectos en el plácido Remanso de Tu Amor, donde la tierra desaparecerá y todos los pensamientos separados se unirán llenos de gloria como el Hijo de Dios. -Amén, amén, amén.-

            “Veamos hoy la tierra desaparecer, al principio transformada, y después, una vez que haya sido perdonada, veámosla desvane­cerse completamente en la santa Voluntad de Dios”. -Veámosla por fin desaparecer. –

joseluis