“No quiero ser guía. Quiero ser simplemente un seguidor”. Escuchar esto y descansar es todo uno. He venido sosteniendo mientras lo confundía con una virtud, la tarea de salva al mundo, la tarea de corregir los errores de los demás. Hoy por fin leo; mis hermanos pueden seguirme. No tengo que perseguirles ni convencerles, no tengo que corregir nada ni a nadie, simplemente tengo que dejarme guiar. Era agotador y frustrante. Hoy voy a centrarme en lo mío, en mi lugar de necesitado de aprender y hoy digo sí a tu plan Padre, ni siquiera necesito saber cuál es, pues a buen seguro que no lo comprendería. Pero eso hacen los seguidores, seguir al Guía confiados en que Él sí conoce el camino.

Y prosigo: “Padre, Tú eres Quien me dio el plan para mi salvación. Eres asi­mismo Quien determinó el camino que debo recorrer, el papel que debo desempeñar, así como cada paso en el sendero señalado. No puedo per­derme. Tan sólo puedo elegir desviarme por un tiempo, y luego volver. Tu amorosa Voz siempre me exhortará a regresar, y me llevará por el buen camino. Mis hermanos pueden seguir el camino por el que les dirijo. Mas yo simplemente recorreré el camino que conduce a Ti, tal como Tú me indiques y quieras que yo haga”.

Jesús me anima; “Sigamos, por lo tanto, a Uno que conoce el camino. No tene­mos por qué rezagarnos, ni podemos soltarnos de Su amorosa Mano por más de un instante. Caminamos juntos, pues le segui­mos. Y es Él Quien hace que el final sea seguro y Quien garan­tiza que llegaremos a salvo a nuestro hogar”.

joseluis