“Veo todas las cosas como quiero que sean”. Me parece increíble lo mire por donde lo mire ¿Cómo voy a tener esa capacidad extraordinaria y usarla de forma que me haga daño? Pero al continuar repitiéndola me voy haciendo con ella y acaba sentándome como un guante. Debe haber un lugar inaccesible para mi intelecto, donde mantengo los deseos ocultos que me provocan ver lo que veo, sentir lo que siento y escuchar lo que oigo, porque no puedo acordarme de mi autoría. Y me siento preso de lo que no está a mi alcance y mediatiza mi vida. En otro lugar del texto lo leí descrito como el “círculo del temor”; mi subconsciente, y desde luego no le faltan razones al título. ¿Qué mecanismo se esconderá allí?
“La percepción se deriva de los juicios. Habiendo juzgado, ves, por lo tanto, lo que quieres contemplar. Pues el único propósito de la vista es ofrecerte lo que quieres ver. Es imposible pasar por alto lo que quieres ver o no ver lo que has decidido contemplar”. -Ésta es mi condena, escrita en un papel ilegible para mí, irreconocible ¿Como salir de ahí? – “¡Cuán inevitablemente, pues, se alza el mundo real ante la santa visión de aquel que acepta el propósito del Espíritu Santo como aquello que desea ver!” -Me dice que elija, ahora sí, conscientemente, la propuesta del Espíritu para ver un mundo feliz donde sólo veo llanto.- Y prosigue, quien lo hace, “No puede dejar de contemplar lo que Cristo quiere que vea, ni de amar con el Amor de Cristo lo que contempla”. -Siempre algo fácil, siempre algo sencillo, ya me voy acostumbrando. Y me pongo con ello-.
“Mi único propósito hoy es contemplar un mundo liberado, libre de todos los juicios que he emitido. Padre, esto es lo que Tu Voluntad dispone para mí hoy, por lo tanto, no puede sino ser mi objetivo también”.
joseluis