“Paso este día sin miedo y lleno de amor”. -Me pone contento escuchar esto y mi primera intención es dar una tregua a mis problemas, posponerlos y dedicarme a estar en comunicación con el Padre-. “Quiero pasar este día Contigo, Padre mío, tal como Tú has dispuesto que deben ser todos mis días”. -Cuando trato de centrarme, me asaltan un inconveniente; también tengo que dejar las expectativas de las cosas que espero y me agradan. Realmente se trata de lo mismo, ilusiones que me atrapan. Sin darme cuenta estoy igualmente preso de ellas. Todo lo que aquí ocurre me retiene. Que no me confunda, se me propone otra cosa-. “Y lo que he de experimentar no tiene nada que ver con el tiempo”. –Ni lo que ocurre en él. ¡Ay! se me encoge el pecho, pues siento como una pérdida no conseguir lo que anhelo, ahí está mi cadena, y haberla descubierto es el comienzo de mi liberación-.
“El júbilo que me invade no se puede medir en días u horas, pues le llega a Tu Hijo desde el Cielo”. ¿Cómo alcanzarlo? El miedo se pierde abandonando las expectativas, escucho claramente, todas, porque todas lo contienen. Lo comprendo porque sólo escucharlo me transforma y me propongo abandonar las esperanzas que transporten miedo según aparezcan. “Este día será Tu dulce propuesta a que Te recuerde, la afable llamada que le haces a Tu santo Hijo, la señal de que se me ha concedido Tu gracia y de que es Tu Voluntad que yo me libere hoy. –Aguardo esperanzado-
Oigo a Jesús acompañándome; “Este día lo pasaremos juntos, tú y yo. Y todo el mundo unirá sus voces a nuestro himno de alegría y gratitud hacia Aquel que nos brindó la salvación y nos liberó. Nuestra paz y nuestra santidad nos son restituidas. Hoy el miedo no tiene cabida en nosotros, pues le hemos dado la bienvenida al amor en nuestros corazones”.
joseluis