“Hoy no tendré miedo de mirar dentro de mí”. ¿Quién me está hablando? ¿Quién sabe de mi miedo tan disimulado que ni yo soy consciente? ¿Quién dirige mi pensamiento? ¡Cómo me duele que me hablen de mi miedo oculto, cómo me trastorna! Pero me contradice; Dentro de ti se encuentra la Eterna Inocencia, pues es la Voluntad de Dios que esté allí para siempre”. -Tengo que parar a respirar… ¿la Eterna Inocencia? Qué sé yo de eso. Pero queda resonando como la campana de la verdad; “la Eterna Inocencia” – “Y tú, Su Hijo, cuya voluntad es tan ilimitada como la Suya, no puedes disponer que sea diferente”. -Será cierto pues, necesito que así sea y así debe de ser- “Pues negar la Voluntad de tu Padre es negar la tuya”. -Ambas negué-.

“Mirar dentro de ti no es sino encontrar tu volun­tad tal como Dios la creó, y como es”.  -Parecía que todo iba bien, pero cuando acepto la posibilidad de la existencia de mi santidad, siento el vértigo del que va a desaparecer. Si dejo de mirar mi culpa y considerarla, desparezco… y me asusto al contemplar mi locura. No me identifico con mi ser inocente sino con el culpable, y ambos son incompatibles. La elección me espanta- “Tengo miedo de mirar dentro de mí porque creo que forjé otra voluntad que aunque no es verdad hice que fuese real”. -De esta forma me lo explica y trata de calmarme-; “Mas no tiene efectos”. -Aceptar mi inocencia nada más me parece injusto, inmerecido, pero insiste-; “Dentro de ti se encuentra la santidad de Dios”. -Como si dijera; y nada más- “Dentro de ti se encuentra Su recuerdo”. -Y sólo eso, no temas-

            “El paso que he de dar hoy, Padre mío, es lo que me liberará por completo de los vanos sueños del pecado. Tu altar se alza sereno e incó­lume. Es el santo altar a mi propio Ser y es allí donde encuentro mi verdadera Identidad”. -Amen, amen, amen y todo el día asintiendo-.

                                                                                                                                         joseluis