“Este instante es el único tiempo que existe”. Hace un momento, mientras repetía la lección de hoy he comprendido lo que me decía; lo que no haga ahora se queda sin hacer, el instante que no use ahora lo pierdo, lo que no esté sucediendo ahora no tiene poder sobre mí ni existe, y los planes para el futuro sólo sirven para dejar pasar la oportunidad que me brinda este instante. Mientras entraba en ese gozo que me producía comprender esta sencilla lección, me escapé por un momento de la trampa del tiempo y pude ver mi vida. Sí, sigo desperdiciando el instante presente. Hoy lo vi, no lo aprovecho, no sé cuál es, pues estoy inmerso en una prolongación del pasado maquilada de modernidad sustentado por la esperanza de mejorarlo y conseguir el éxito para un poco más adelante ¡Ay! El presente, no puede ser lo que vivo, sus gozos y sus dolores son los de siempre y su paz efímera ¿Cómo emplear este instante de hoy? Perdonando lo que ocupa su lugar, continúa la lección. Desprenderme del pasado, perdonándolo, pues aún vive pegado a mí en múltiples formas ocupándolo todo. ¡Ah… que liberación sólo con pensarlo!
“El concepto que he forjado del tiempo impide el logro de mi objetivo. Si elijo ir más allá del tiempo hasta la intemporalidad, tengo que cambiar mi percepción acerca del propósito del tiempo. Pues su propósito no puede ser que el pasado y el futuro sean uno. El único intervalo en el que puedo librarme del tiempo es ahora mismo. Pues en este instante el perdón ha venido a liberarme. Cristo nace en el ahora, sin pasado ni futuro. Él ha venido a dar la bendición del presente al mundo, restaurándolo a la intemporalidad y al amor. Y el amor está siempre presente, aquí y ahora”.
“Gracias por este instante, Padre. Ahora es cuando soy redimido. Este instante es el momento que señalaste para la liberación de Tu Hijo y para la salvación del mundo en él”.
joseluis