“Que mi mundo no nuble la visión de Cristo”. Y entiendo que me quiere decir. La visión de Cristo está conmigo ya, pero nublada por la cantidad de sensaciones que me rodean y creo que son las que forman mi vida; mis rencores, mis conquistas, mis dolores, todo lo que me gusta y persigo conseguir. Ése es el mundo competitivo y difícil que me impide sentir el gozo que se deriva del profundo sentimiento de unión, igualdad y comunicación plena que la visión de Cristo me brinda. Hoy quiero rendir las razones que sustentan mi pequeño mundo. Hoy quiero abandonarlo, hoy quiero perdonar a mi menguado mundo, hoy quiero… otra cosa.
“Sólo puedo nublar mi santa vista si permito que mi mundo se entrometa en ella”. -Sólo veo mi mundo, sólo cuenta mi mundo para mí ¡Tan camuflado, tan propicio a veces! Me veo envuelto en él, ahogado, preso e inconscientemente sometido-. “Y no puedo contemplar los santos panoramas que Cristo contempla a menos que utilice Su visión”. Sí, ya lo he comprobado. Sostén mi visión ahora, sujeta mi mano una vez más, que se me olvida y vuelvo-. “La percepción es un espejo, no un hecho”. – ¡Como me gusta esto; aquí no hay hechos! Nada de lo que contemplo estoy obligado a aceptar, no puede someterme la muerte que refleja- “Y lo que contemplo es mi propio estado de ánimo reflejado afuera” -Ilusiones que parecen hechos-. “Quiero bendecir el mundo contemplándolo a través de los ojos de Cristo. Y veré las señales inequívocas de que todos mis pecados me han sido perdonados”. -Y ver por fin veré aquí mismo, por un momento el cielo-
“Tú me conduces de las tinieblas a la luz y del pecado a la santidad. Que perdone para así recibir la salvación del mundo. Ése es Tu regalo, Padre mío, que se me concede para que yo se lo ofrezca a Tu santo Hijo, de manera que él pueda hallar Tu recuerdo, y el de Tu Hijo tal como Tú lo creaste.
joseluis