“Dios es mi vida. No tengo otra vida que la Suya”. ¡Qué lejos de lo que aparenta ser! ¡Qué a gusto estoy oyendo otra cosa diferente y contraria! “Dios es mi vida. No tengo otra vida que la Suya”. Fue un error pensar que vivía separado de Él, qué podía moverme por mi cuenta y desvinculado. Fue un error pensar que mi cuerpo me daba libertad. Ahora sé, que pese a la estrategia que aún tengo en marcha, mi única vida es la que Él me dio, y es la Suya. Qué existo en Él, porque Él es todo lo que hay, y ningún otro lugar que no sea un sueño puede dar cobijo a mi existencia separada.
“Él no tiene Pensamientos que no sean parte de mí y yo tampoco tengo ningún pensamiento que no sea de Él”. Entre nosotros no hay especialidades ni otra diferencia que no sea la de que Él me creó a mí y ser yo Su Hijo.
Padre, ayúdame a ver la faz de Cristo en lugar de mis errores. Pues soy Tu santo Hijo y tengo que ser del todo incapaz de pecar. Quien peca es una ilusión con la que me identifico, tengo que separarme de ella, pues no puede ser tu Hijo. Ésta es mi más grande confusión, y la única. Estoy perdido en ella. Como un mar me envuelve y no me deja ver nada más. Soy un náufrago. Ayúdame hoy, no quiero ver otra cosa que la inocencia con la que nos creaste, a mí y a mis hermanos, pues la culpabilidad nos arrebata Tu apellido y nos sume en el desconcierto. Padre, no quiero seguir relegándote al olvido ni vivir otra vida, pues me siento solo y fuera de casa, aunque ande disfrazando mi situación. Padre, quiero regresar hoy mismo. Mi Nombre es el Tuyo, mi apellido también, porque Tu eres mi Padre y me llamas Tu Hijo.
joseluis