“Se me han confiado los dones de Dios”. -Escucho confiado esta mañana-. “Se te ha dado todo”. -Y yo sin saberlo-: “Sin embargo, a menos que tu voluntad sea una con la Suya no podrás recibirlos”. -Está hablando de mí-. “Este mundo no es la Voluntad de Dios”. -Y continúa-: No obstante, aquellos que creen que lo es, creen en otra voluntad que produce efectos opuestos a los que Él dispone”. -Y esa otra voluntad es la mía misma, afirma. De modo que si aceptara Sus dones estaría traicionándome. Es esa creencia contraria a la verdad la que me trae el sufrimiento-.

Y describe mi vida: “Continúas errante, consciente de la futilidad que te rodea, viendo como lo poco que tienes no hace sino menguar”. -Sí, así es mi mundo-. “Éste es el ser que has elegido para reemplazar a la realidad”. -¡Madre mía! No ver Sus dones no quiere decir que los haya perdido-. La Voluntad de Dios no se opone a nada. Simplemente es”. -No has aprisionado a Dios con un plan que Él desconoce, me dice, hubo una necesidad que Él no entendió y dio una respuesta suficiente para ti. Ahora- “El deseo de morir ha recibido respuesta, y la vista que contem­plaba la muerte ha sido sustituida por una visión que percibe que tú no eres lo que pretendes ser. Uno que marcha a tu lado le ofrece a cada uno de tus temores esta piadosa respuesta: “Eso no es cierto”. -Eso es lo que quiero escuchar y nada más-.

“Ahora tienes que aprender a dar lo que Él vio a ofrecerte”. -Pues has aprendido de Cristo que hay otro camino, me dice-. “No permitas que tus pesares te tienten a no ser fiel a tu cometido”. -Mis quejas truncarán las esperanzas de los que cuentan conmigo para su liberación-. “Si enfermas no hace sino impedir su curación”. -Elijo sentir el toque de Cristo- “Ésa es tu misión ahora. Pues Dios ha encomendado a todos los que reciben Sus dones que a su vez los den”.

joseluis